lunes, 28 de septiembre de 2009

Trigésima quinta reflexión.


“Entiendo, por lo demás, que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria que un día se nos manifestará.
Porque la creación misma espera anhelante que se manifieste lo que serán los hijos de Dios”.(Rom. 8,18-19).
TAS

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