“Hijo, busca la instrucción desde tu juventud, y aún siendo viejo tendrás sabiduría. Cultívala como quien ara y siembra, y espera sus generosos frutos. Al cultivarla trabajarás un poco, pero pronto saborearás sus productos, es tarea ardua para los ignorantes, carga insoportable para el necio; como pesada piedra lo oprime, y no tarda de quitársela de encima. Pues la sabiduría hace honor a su nombre y no se manifiesta a muchos. Escucha, hijo, acepta mi parecer, no rechaces mi consejo: mete tus pies en sus cadenas, y tu cuello en su argolla; doblega tu hombro y llévala, no te molesten sus ataduras; acércate a ella con toda tu alma, sigue sus caminos con todas tus fuerzas; sigue su rastro y búscala, ella se te manifestará; una vez que la consigas, no la sueltes”. (Si. 6, 18 – 27).
TAS
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