“Rechacen, pues, toda malicia y todo engaño, así como cualquier tipo de hipocresía, envidia o calumnia. Como niños recién nacidos, anhelen la leche pura del Espíritu,
para que, alimentados con ella, crezcan hasta recibir la salvación, ya que han saboreado la bondad del Señor”. (1 Pe. 2, 1-3).
TAS
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