lunes, 31 de agosto de 2009

Trigésima primera reflexión.

“Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca.
Mi ser se gloría en el Señor, que los humildes lo oigan y se alegren.
Engrandezcan conmigo al Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Busqué al Señor y el me respondió, me libró de todos mis temores.
Miren hacia él: quedarán radiantes, y la vergüenza no cubrirá sus rostros.
Cuando el humilde invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de todas sus angustias.
El ángel del Señor viene a acampar en torno a sus fieles y los protege.
Gusten y vean que bueno es el Señor,
Dichoso el hombre que se refugia en él.
Respeten al Señor todos sus devotos, que nada les falta a quienes lo respetan.
Los ricos se arruinan y pasan hambre,
Pero los que buscan al Señor no les falta nada”. (Sal. 34, 2- 11).
TAS

No hay comentarios: