La confesión nos permite ser conscientes de nuestras debilidades,
estudiar, analizar y descubrir sus causas,
y así con el tiempo, poco a poco, con la fuerza del Espíritu Santo,
lograremos disminuirlas al máximo y hasta desaparecerlas si realmente lo deseamos.
O sea, la confesión libera y sana nuestra conciencia de todo mal, por lo cual nos ayuda a convertirnos, transformarnos y transfigurarnos.
Liberados lograremos crecer y trascender en Cristo Jesús.
TAS
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