miércoles, 17 de noviembre de 2010

Octogésima reflexión.

“El diálogo desata los nudos,
disipa de las suspicacias,
abre las puertas,
soluciona los conflictos,
engrandece la persona,
es vínculo de unidad
y “madre” de la fraternidad”. (Encuentro, Rvdo Ignacio Larrañaga pág. 64).
TAS

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